Como el árbol de la vida

Para adentrarse en los sitios oscuros, no se puede ir con el corazón excesivamente fuerte, ni con la mente fría. Si los tiempos son confusos, hay que ser como un árbol que, enraizado a la tierra, deja que la tempestad lo inunde, dejándose crujir. Como un barco en medio a una tempestad, tan rígido cuanto pueda serlo un acordeón, diría Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas.

El ruido puede resultar ensordecedor, tanto, que tiene licencia para acallar o levantar sus cimientos.

Pero no obstante arranquen sus ramas, seque su tierra, lo extraigan de la tierra que lo nutre, sus raíces seguirán buscando la tierra que lo sostiene. Donde nutrirse. Así la vida halla su cauce.

Sus ramas, seguirán creciendo, tal vez para que no haga tanto calor y  porque el oxígeno que nos proporciona es necesario para vivir. Y si el árbol ha de morir sobre tierra infértil, alguna espora soplará en el viento para hacer germinar, en otro tiempo y lugar, de nuevo la vida.

Es la ley de la vida frente a la muerte y de la muerte frente a la vida.

De la misma manera veo los cataclismos mundiales, asolando el planeta, mientras nuestros corazones son la sabia, y nuestras mentes la lucidez.

La humanidad y la inteligencia de la especie permanecen, no obstante la depredación de la propia naturaleza humana.

Un pensamiento en “Como el árbol de la vida

  1. … y vaya tiempos oscuros.
    Lo peor, no parece que hayamos tocado techo; no confío tanto como tú en esa «inteligencia y humanidad» que citas, cada día encuentro más datos de lo contrario.
    Lo positivo (continuando tu metáfora): aún poseemos raíces.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.